Bigotes y Hueso cabalgan

Bigotes era el gato del vecindario, por las mañanas iba a la casa de los ratones, por la tarde iba a donde su amigo el oso, y en la noche hacía fiestas y mucho escándalo. Pero un día Bigotes cambió de idea y quiso hacer algo diferente, así que decidió invitar a su amigo Hueso, el perro, a la granja.

Hueso y Bigotes fueron hasta la estación del tren, desde allí partirían hasta la granja. Para ellos todo esto de la granja era nuevo, nunca habían ido a una, por lo que tenían muchas dudas. Hueso le preguntó a Bigotes: “¿Quién está en la granja?”, y Bigotes le contestó: “Bueno, está el granjero, el rebaño, el ganado y no sé qué más”. De repente chuuuuu chuuuuu, arrancó el tren rumbo a la granja.

Luego de tres horas nuestros dos amigos llegaron a la granja, lo primero que vio Hueso fue un gallinero lleno de huevos. “¿Huevos?”, preguntó Hueso, “¿No debería estar lleno de gallinas?”. En ese mismo momento apareció el granjero, quien se presentó: “Hola, me llamo Pablo, y mi trabajo es cuidar este lugar”. Los amigos sonrieron. “Bueno”, dijo Pablo, “vengan que les tengo tareas. Hueso, tu cepillarás a las ovejas, ordeñarás las vacas y recolectarás los huevos, y tu Bigotes, guardarás la leche y los huevos y tejerás abrigos con la lana de las ovejas. Y al final les tengo una sorpresa”.

Los dos trabajaron duro y cuando terminaron llamaron a Pablo: “Pablo, Pablo, ya terminamos, ¿y la sorpresa?”. “No se apuren, déjenme traer la sorpresa, que es grande y pesada, pero con una cuerda la podré traer”, dijo Pablo. Ansiosos esperaron y Pablo apareció con tres caballos y les dijo: “A cabalgar”. Se pasaron todo el día juntos y se divirtieron mucho.

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A la noche los tres acamparon, junto a los caballos, prendieron una fogata y comieron malvaviscos mientras jugaban a las constelaciones y a contar cuentos. Al paso de las horas, cuando el cansancio los invadió, se durmieron, pero repentinamente una lechuza empezó a hacer ruido, “uuuuuuu uuuuuuu”, y los caballos se asustaron y se fueron corriendo, ¡era una estampida!, fue tan fuerte el ruido que despertaron a las vacas, quienes también se asustaron y salieron corriendo, y ahora había una estampida de vacas y caballos.

El ruido despertó a Pablo quien rápidamente tomó su lazo y enlazó al caballo que iba adelante, lo detuvo y esto hizo que el resto de animales se detuviera. Una vez todos se calmaron, pudieron irse nuevamente a dormir.

Al día siguiente comieron arroz con queso y Pablo los invitó a participar en el torneo del galope, ambos aceptaron y compitieron junto con Pablo y otro competidor llamado Piquito. Cada uno tenía un caballo, el de Pablo se llamaba Herradura, el de Hueso se llamaba Mantequilla, el de Bigotes tenía por nombre Tocino, y el de Piquito se llamaba Campeón.

Compitieron en muchos eventos y al final del día cada uno logro ganar un trofeo. Estaban muy felices, nunca se imaginaron que este paseo iba a ser tan divertido, pero ya era hora de volver a casa, así que Pablo los llevó hasta el aeropuerto y tomaron un avión rumbo a su hogar.
Cuando llegaron, sus amigos estaban muy preocupados porque no sabían dónde estaban, pero Bigotes y Hueso estaban tan emocionados con la aventura que habían vivido que sólo podían pensar a dónde sería su próximo viaje: a una playa? o a un lugar frío como el Polo Norte?



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