Boyero de Entlebuch
El boyero de Entlebuch tiene los mismos orígenes que los otros boyeros suizos, y se considera una variedad de los boyeros de los Alpes, formado y desarrollado en los cantones de Berna y Lucerna, más concretamente en los valles creados por los ríos Pequeño Emme y Entlen. Existen evidencias de que, ya en 1889, los perros boyeros de talla contenida fueron llamados por el pueblo «Entlebucherhund”. La recuperación de la raza, que estuvo en peligro de extinción, se inició en 1913, gracias a Franz Schertenleib, que ya era un apasionado del boyero bernés.
Ese año, el profesor Albert Heim presento en la exposición de Langenthal cuatro ejemplares de Entlebuch. En 1926 se fundó el Club San Gallo Suizo del Boyero de Entlebuch, y en 1927 se redactó el primer estándar. No está muy difundido fuera de su país, excepción hecha de Austria, a la que el primer ejemplar llegó en 1963 y donde la raza ha tenido una buena acogida.
Valiente, astuto y fogoso, el boyero de Entlebuch es el más pequeño de los cuatro boyeros suizos, midiendo entre 48 y 52 cm., medidos hasta la cruz, con un peso de entre 25 y 30 kilogramos. Tiene una esperanza de vida entre 12 y 15 años.
Es un pacífico perro de compañía, de guarda, pastor y de trabajo, que vive bien en casa y es un simpático amigo para toda la familia.
Con el propietario es dócil, aunque tiene un carácter fuerte que siempre debe tenerse en cuenta, aunque eso sí, aprende con facilidad. Es delicado con los niños y tolerante con los demás animales domésticos.
En Austria también se ha utilizado como perro de rescate en montaña y de búsqueda en avalanchas. Se caracteriza por una cola, a menudo, naturalmente corta.
Está siempre atento a todo lo que pasa a su alrededor, y por eso es un excelente perro de guarda. Se ha empleado con muy buenos resultados en pruebas de defensa. Todavía se utiliza para el trabajo, dando un rendimiento excepcional gracias a una increíble agilidad que le permite esquivar las patadas del ganado, al que persigue mordiéndole los corvejones para inducirlo a la obediencia.
Esta predisposición al trabajo hace que el boyero de Entlebuch se adapte poco a la falta de estímulos, por lo que es importante mantenerlo activo, tanto física como mentalmente.