El nacimiento de las especies

Constantemente aparecen nuevas especies que surgen de las antiguas y se adaptan de manera más eficaz a su medio ambiente, pero este proceso es muy lento.

De mutación en mutación

El número de especies que habita en la Tierra no ha dejado de aumentar desde la aparición de la vida hace 3,5 mil millones de años. Este incremento ha estado marcado por períodos de extinciones que redujeron, en varias ocasiones, la diversidad de la biosfera. Sin embargo, la tendencia global al aumento del número de especies, que parece ser una propiedad de la vida, no se ha visto alterada. Actualmente, la diversidad de los seres vivos en nuestro planeta es mayor que en cualquier otro momento de la historia. ¿Cómo se forma una nueva especie?

Este fenómeno se basa en las mutaciones, escasas pero regulares, que se producen de forma aleatoria en los genes de los individuos. La mayor parte de las mutaciones, que se pueden considerar accidentes, resulta perjudicial o inútil. Pero algunas confieren una ventaja a los especímenes en los que se producen pues les permiten sobrevivir más fácilmente, ya sea por ejemplo porque corren más deprisa o porque disponen de un veneno más tóxico o sentidos más agudos que sus congéneres.

De este modo, su descendencia es también más numerosa, por lo que heredan dicha mutación, que pasa a generalizarse en una población entera. Si este proceso se repite en un número suficiente de mutaciones con el tiempo aparece una nueva especie claramente diferenciada de la original.

Las adaptaciones se acumulan de manera constante

En ocasiones es una especie entera la que sufre una deriva genética, pero por lo general ésta suele afectar a una población limitada. Así, se habla de  especiación alopátrica cuando una población dada se encuentra aislada geográficamente del resto de la especie. Imaginemos el caso de un gran lago en el que las aguas descendieran de nivel y, a consecuencia de ello, se formaron pequeños lagos periféricos alrededor del lago principal.

Normalmente, los peces que se vieran atrapados en este tipo de medio desarrollarían adaptaciones particulares vinculadas a las especificidades del nuevo medio (agua más caliente, poco profunda o de una composición química especial). Y si, algunos cientos de miles de años más tarde, el nivel del lago se volviera a incrementar, la nueva especie se reencontraría con la especie madre.

Sin embargo, al haberse diferenciado lo suficiente evitaría las hibridaciones susceptibles de hacerle perder sus propias especificaciones. También se ha observado otro proceso: la especiación simpátrica. Tomemos como ejemplo una población de insectos que se alimenta de un determinado tipo de planta.

Si otras plantas diferentes crecen en las proximidades, algunos insectos pueden equivocarse y aprender a sobrevivir desarrollando adaptaciones de sus secreciones digestivas, sus ritmos biológicos, etc. Esta nueva especialización les conduciría entonces a separarlos radicalmente de la población madre, incluso aunque no existiera ninguna barrera geográfica.

Se han extinguido 296 especies de vertebrados y 313 especies de invertebrados. Una cifra muy inferior a la realidad, en especial en relación con estos últimos. Las islas se han visto seriamente afectadas por este fenómeno del que el hombre es el gran responsable, y que ya había comenzado antes de la colonización europea. En Europa, las extinciones se iniciaron mucho antes, en el Neolítico.



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