El periquillo sarniento

El periquillo sarniento es una novela escrita por el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, y cuya primera edición data de 1816. Consta de cuatro tomos, pero sus primeras ediciones vieron censurado el último de estos tomos por criticar la esclavitud. Es considerada la primera novela escrita en Hispanoamérica.

Algunos personajes principales

El nombre del protagonista es Pedro Sarmiento, y está rodeado por algunos personajes: su padre y su madre, una serie de amigos entre los que destacan Martín Pelayo, un individuo llamado Januario, y otro al que llaman El Aguilucho. Pedro llega a tener una amante llamada Luisa, y eventualmente se casa con una joven llamada Mariana.

Género de la obra

Por el tono de El periquillo sarniento, el carácter del protagonista, y los personajes que le rodean, se puede ver que es una novela picaresca. Es un retrato bastante completo de la sociedad mexicana en los días de la independencia, y el autor, tratando de que la novela cumpla una función aleccionadora, presenta la vida de un hombre dedicado a correrías y al mal vivir, además de las consecuencias que tuvo por este comportamiento. Está narrada en primera persona, como las memorias de un hombre al final de su vida.

Resumen del libro El periquillo sarniento

Un hombre, al final de su vida (no demasiado larga, por cierto) narra para sus descendientes todas las correrías que vivió antes de llegar a ese momento. No siempre fue un hombre honrado, confiesa, y de hecho la mayor parte de su vida su comportamiento fue bastante cuestionable.

El hombre en cuestión se llama Pedro Sarmiento. En México suele suceder que “Perico” es un apodo común para aquellos que se llaman Pedro, de modo que “Periquillo” era una manera cariñosa de llamar al muchacho desde pequeño. Su madre era sobreprotectora, además de complacer todos sus caprichos, en tanto que su padre, a pesar de ser un hombre de buen sentido, no tenía suficiente carácter para impedir que la mujer dejara que Periquillo se saliera con la suya. Así que el joven creció con la idea de que podía tener todo lo que deseara sin esfuerzo, sin merecerlo y sólo con pedirlo o tomarlo.

Es de este modo que Periquillo va dedicándose a lo que se le antoja y rindiendo poco en los estudios, debido a su poca disposición al esfuerzo. Con todo, se recibe de bachiller en artes, pero dado que no está dispuesto a continuar una vida de estudios, su padre le aconseja dedicarse a un oficio, enviándolo a una hacienda. En este lugar se encuentra con su compañero de infancia, Juan Largo, llamado Januario que había popularizado para Pedro el sobrenombre de Periquillo Sarniento, que cuadraba con su nombre, y con el hecho de haber tenido sarna alguna vez.

Este es para Pedro el inicio de una larga vida de obviar los buenos consejos de su padre, que a pesar de todo, lo quería, y de seguir las pésimas ideas de los jóvenes desocupados que tenía por amigos. Debido a un engaño urdido por Januario, es corrido de la hacienda. También se hace amigo de otro desocupado, de nombre Martín Pelayo, que le aconseja hacerse cura, ya que así viviría sin esfuerzo. Periquillo le hace caso, pero abandona la idea al ver que es muy dura esa vida.

Las correrías de Periquillo lo llevan a la cárcel, al hospital, en algunas ocasiones le sonríe la fortuna, pero rápidamente se vuelve a arruinar por su poco sentido común y su afición al derroche. Cuando su padre muere, guarda un año de luto con su madre, pero luego la convence de dilapidar la herencia, quedando la pobre mujer arruinada poco antes de también morir.

Sus peripecias lo llevan a ser empleado de un boticario, y de un médico. Luego, él mismo se hizo pasar por médico, provocando toda clase de males. Estuvo a las órdenes de un coronel destacado en Manila, y de regreso a México se hizo pasar por conde. Ya maduro, se reencuentra con Januario y con El Aguilucho, al que conoció en la cárcel. Cada uno de ellos dirige una banda de atracadores de caminos, pero al ver que ambos mueren violentamente, Periquillo decide que es hora de enmendar sus pasos. Decide enmendar su vida y dedicarse a una actividad honesta. Se casa, tiene descendencia, y cerca de su muerte redacta su testamento en forma de biografía para aleccionar a sus hijos.



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