Gran Boyero Suizo
El alcalde de Zúrich, Hans Waldmann, emitió en 1489 un decreto por el cual se ordenaba la supresión de todos los ejemplares de gran boyero suizo existentes, porque los consideraba peligrosos. Los campesinos, que durante siglos encontraron en este perro una valiosa e insustituible ayuda en su trabajo, se rebelaron negándose a ejecutar la ordenanza, hasta el punto de causar incluso motines y disturbios. La ordenanza fue revocada y la raza se salvó.
Conocido desde el siglo XII por haber estado al lado de los soldados de la Confederación Helvética en las batallas, adquirió en los campos de batalla la fama de perro salvaje y temerario que llevó al edicto de 1489, transformado, con el paso de los siglos, en un pacífico trabajador, ha llegado hasta nosotros casi inalterado, y en el siglo XIX era el compañero habitual de los pastores, campesinos y productores de queso.
Durante los primeros años del siglo XX, el gran cinólogo R. Strebel comenzó su selección científica, y el profesor Albert Heim le atribuyó el nombre por el que es conocido. Menos popular que el Boyero de Berna, se cría con éxito en Suiza, Alemania, Holanda y Dinamarca.
El gran boyero suizo tiene un temperamento calmado y posee un gran dominio de sí mismo. Este perro es un excelente guardián y protector del ganado, aunque su talla y su peso no son indiferentes, pues el macho tiene una altura hasta la cruz de entre 65 y 72 cm. y un peso de entre 45 y 60 kg., mientras que la hembra mide entre 60 y 68 cm., y presenta un peso entre 35 y 50 kg. Esta circunstancia hace que no sea el perro perfecto para la conducción del ganado hasta los pastos, y por eso los campesinos de las granjas suizas prefieren utilizarlo como guardián de la propiedad y protector de las personas.
Su pelaje es corto y tricolor, predominantemente negro, con manchas rojizas en las patas, el rostro y parte del pecho, completado por el blanco en el resto del pecho y alrededor del hocico.
Gracias a su notable fuerza y resistencia a la fatiga, se utilizó para el remolque de los carros y los trineos en los que se transportaban muchos materiales, leche o queso hasta los mercados. Esta tarea todavía la sigue desarrollando en determinadas zonas de Suiza.
Se trata de un perro muy inteligente, que aprende todo lo que se le enseña y no lo olvida jamás; por eso es capaz de realizar tareas incluso diferentes a las tradicionales, y ha dado resultados óptimos como perro de rescate en cualquier terreno y clima.
Ha demostrado también ser un excelente perro de búsqueda en catástrofes junto a los equipos de Protección Civil, así como en Pet Therapy, labor en la que el gran boyero suizo ha dado excelentes muestras de su natural e instintiva bondad.
Con el propietario y con todos los miembros de la familia, especialmente con los niños, este perro es muy afectuoso. Ama tanto a su familia que no duda, llegado el caso, en dar su vida para protegerlos.
El gran boyero suizo está dotado de una extraordinaria fuerza, encerrada en un cuerpo imponente pero no pesado, y un carácter equilibrado pero firme y decidido. Tiene una esperanza de vida de entre 7 y 9 años.