La guerra de Crimea
Resumen, causas y consecuencias.
La guerra de Crimea fue un enfrentamiento bélico que tuvo lugar en la zona de la Península de Crimea, ubicada en el Mar Negro; desarrollado entre octubre de 1853 y marzo de 1855. Se declaró entre el Imperio Ruso y una coalición de naciones en la que destacaron Francia, Gran Bretaña y, principalmente, el Imperio Otomano.
Tabla de Contenido
Antecedentes
La Península de Crimea, y en general el Cáucaso, fueron regiones que se encontraban bajo dominio del Imperio Otomano para mediados del siglo XIX. La debacle de este imperio coincidió con la rápida expansión que experimentaba el Imperio Ruso al mismo tiempo, lo que estaba dando el caldo de cultivo más que apropiado para el estallido de una guerra.
A este escenario se suma el control otomano de la región de Palestina, en donde se hallan los llamados “Santos lugares”, y que atraía la atención de Francia e Inglaterra, potencias europeas que rivalizaban, pero que tenían interés común en Palestina, concretamente en Jerusalén. La expansión rusa hacia el sur ponía en peligro la zona, administrada por los otomanos, pero en la que había varios enclaves cristianos, tanto católicos como ortodoxos.
Protagonistas
Para la fecha el gobernante otomano era el sultán Abdülmecit I, en tanto que en Rusia gobernaba el zar Nicolás I. Francia era gobernada por Napoleón III, y en Gran Bretaña el líder era el primer ministro Henry John Temple, Lord Palmerston.
Causas
La península de Crimea ya se hallaba bajo el dominio ruso, que intentaba expandirse a todo el Cáucaso. Pero la llegada rusa a los territorios y principados que se habían establecido en la región del delta del río Danubio, supuso para los imperios europeos un límite que no debía ser traspasado, por lo que dispusieron tropas en las cercanías, particularmente el Imperio Austríaco.
El ambiente entre los otomanos era sumamente belicoso, y la llegada de los rusos al Danubio fue la gota que derramó el vaso. La presión de la población sobre el sultán fue de tal magnitud que el gobernante se vio precisado a declarar la guerra. La declaración tuvo lugar formalmente el 4 de octubre de 1853.
Desarrollo de los acontecimientos
Al principio, sólo se enfrentaron los ejércitos rusos y otomanos en el delta del Danubio. Aunque en general el estado de ambos ejércitos era más bien lamentable, los rusos tenían ventaja numérica y estaban en expansión, por lo que derrotaron con facilidad a los otomanos, que por su parte se lanzaron a la aventura bélica contando con las potencias europeas, que dieron respuesta ambivalente. Ello condujo a victorias rusas en las primeras batallas.
Francia y Gran Bretaña terminaron de decidirse a participar, al ver que la expansión rusa por el Cáucaso terminaría probablemente con la anexión de los Santos lugares. Para marzo de 1854, luego de un ultimátum que era más bien un trámite, ambas potencias declararon la guerra a Rusia.
Para mediados de ese año, las tropas rusas estaban expulsadas del Danubio, mayormente gracias a la intervención del Imperio Austríaco. Los rusos se retiraron, pero no se llegó al armisticio debido a que se mantuvieron en Crimea, intentando la anexión por la costa este del Mar Negro.
La coalición comenzó un asedio en la ciudad de Sebastopol, que se extendería por once meses. El éxito de este sitio fue decisivo en la victoria aliada, que lograron poner fin a las hostilidades en marzo de 1855. Con todo, el final formal de la guerra no tendría lugar sino hasta 1856, con la firma del Tratado de París.
Acontecimientos posteriores
La ciudad de Sebastopol fue devuelta a los rusos, con muelles y fortificaciones destruidos. Los rusos, por su parte, tomaron represalias contra tártaros y circasianos, provocando su éxodo a territorio otomano.
Esta guerra trajo ventajas para Francia, consolidando su posición militar en Europa. A pesar de la derrota rusa, estos supieron capitalizarla a través de la propaganda en los años siguientes. Y el resultado no pudo impedir la caída otomana, que ya era indetenible.