Los excesos climáticos
Inundaciones, sequías, ciclones o tempestades… Cada año, el clima afecta, directa o indirectamente, a miles y miles de personas (incluso a millones) y trastorna a regiones enteras.
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Catástrofes climáticas
Entre las desviaciones del clima, algunas dejan huella en la mente de quienes las sufrieron: se trata de las anomalías climáticas. Estas crisis, breves o duraderas, locales o globales, y a menudo aleatorias (por lo tanto, difíciles de preveer), tienen en común el hecho de ser mal comprendidas y de someter al medio y a los hombres a unas fuertes tensiones.
Cuando las crisis o anomalías se repiten con excesiva frecuencia pueden constituir la señal de una modificación del clima, es decir, del cambio, a largo plazo, del clima de referencia. Sin embargo, para preveer una modificación es necesario disponer de la perspectiva temporal suficiente.
Dust bowl
En la década de 1930, las extensas llanuras cerealistas del centro y del sur de Estados Unidos sufrieron un fenómeno climático denominado «dust bowl». Tras una incorrecta utilización de las tierras (labranzas intensivas, multiplicación de aperos, supresión del barbecho), el suelo quedó al descubierto en algunos lugares, se redujo la evaporación y disminuyeron las lluvias.
Surgieron unos fuertes vientos que arrastraron la tierra, lo que hizo imposible cultivar. Este hecho provocó un éxodo masivo, motivo que constituyó el tema de la obra Las uvas de la ira (1939), de John Steinbeck.
Perjuicios para el hombre y su entorno
Únicamente las anomalías que causan perjuicios al hombre, a su actividad y al medio se califican como catástrofes climáticas. Así, una importante sequía que provoque unos efectos en el medio natural pero que tenga lugar en una zona deshabitada del planeta, no suele considerarse una catástrofe climática porque no afecta a los seres vivos.
Los medios de anticipación o de prevención, junto con los planes de auxilio, pueden evitar que una anomalía climática se transforme en una catástrofe. En los países ricos se ha olvidado durante décadas la posibilidad de verse afectados por este tipo de riesgos, pero actualmente se tienen de nuevo en cuenta, por ejemplo, en los proyectos de urbanización.
No obstante, al mismo tiempo, los riesgos cada vez se asumen peor. En los países pobres, a menudo es frecuente la posibilidad de sufrir una catástrofe a causa del subdesarrollo.
Exceso o déficit de lluvias, viento o temperatura
Las fuertes precipitaciones pueden provocar unas inundaciones que generen las mayores catástrofes humanas conocidas y también unas pérdidas económicas considerables. Las nevadas excesivas o el granizo pueden acarrear también consecuencias nefastas, sobre todo en la agricultura. Las sequías, otro aspecto de las anomalías pluviométricas, provocan, asimismo, grandes daños humanos y/o económicos. No obstante, éstas se producen de una forma más progresiva que las inundaciones.
Los vientos excesivos, que provocan tempestades, ciclones o tornados, son también temibles; sin embargo, en la medida en que estos fenómenos se prevean mejor, pueden salvarse las vidas humanas por medio de unas consignas de protección. Así, los daños materiales y económicos son los que dominan en estos casos.
En cuanto a los excesos de temperatura (frío o calor), si bien son perjudiciales para la salud humana y la vida en general, a menudo tienen unas consecuencias menos importantes que las catástrofes provocadas por la lluvia o el viento, como es el caso de las grandes inundaciones que se producen en las zonas tropicales del planeta.