Operación Barbarroja

La Operación Barbarroja fue un plan desplegado por Alemania en 1941, durante el régimen de Adolf Hitler, y que tenía como objetivo la invasión de la Unión Soviética, como parte de un ambicioso programa de expansión hacia el este por parte del Imperio Alemán, o III Reich.

Antecedentes

Desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939, Alemania había desplegado una campaña de dominio en toda Europa central, dejando poco territorio fuera de su dominio, pero, prudentemente, se había abstenido de avanzar hacia el este, para evitarse el problema de abrir dos frentes de guerra.

Por su parte, la Unión Soviética no había logrado expandir muy lejos su modelo político, por lo que prefería de momento no involucrarse en el conflicto, dado el poder que los nazis estaban exhibiendo. De este modo, Alemania y la URSS firman en 1939 el famoso pacto Ribbentrop-Molotov, mediante el cual se comprometían a no agredirse y solucionar sus diferencias por vía pacífica, pero además se acordaba el reparto de zonas de influencia en Europa.

Operación Barbarroja reunión del alto mando

Alto mando alemán planificando la operación – Foto: Bundesarchiv

El acuerdo soviético-germano no obstante era frágil, dada la rivalidad creciente entre Stalin y Hitler, y en pocos años se fue erosionando.

Protagonistas

Los personajes centrales de esta operación fueron, en primer lugar, el líder alemán Adolf Hitler, que fue incluso quien concibió la operación. Por otro lado estaba Iosif Stalin, líder de la Unión Soviética.

Causas

Los sonados éxitos de Alemania en el frente occidental elevaron la confianza que Hitler tenía en su victoria final, de modo que consideró dar el golpe final. Estados Unidos se mantenía al margen del conflicto, e Inglaterra se hallaba acorralada. De manera que, a pesar del pacto con los soviéticos, el líder alemán concibió una operación militar que, en su concepción, mantendría a los soviéticos completamente fuera de Europa, dotando al Reich de amplios territorios que podrían aprovechar.

La Operación Barbarroja, bautizada en homenaje al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I, fue concebida dentro del espíritu de la Guerra Relámpago, que tan efectiva le había sido a Alemania hasta el momento. Hitler consideraba que la campaña para la invasión duraría a lo sumo dos meses.

Stalin, por su parte, no se esperaba un movimiento en su contra por parte de los alemanes, a pesar de las advertencias que recibió de uno de sus espías más destacados. El líder soviético no creía a Hitler capaz de violar el tratado de no agresión antes de terminar de someter a los británicos.

Operación Barbarroja soldados

Despliegue de tropas alemanas – Foto: Bundesarchiv

Desarrollo de los acontecimientos

A pesar entonces de las advertencias previas, los primeros avances alemanes, en junio de 1941, llegaron por sorpresa y causaron los esperados estragos. Alemania aprovechó el favorable clima veraniego para arrasar las primeras líneas de defensa; además sus soldados eran profesionales, al contrario de los soviéticos.

Operación Barbarroja soldados en combate

Ataque alemán en territorio ruso

Operación Barbarroja prisioneros

Soldados alemanes escoltando prisioneros rusos – Foto: Bundesarchiv

Stalin había llevado a cabo sus brutales purgas, por lo que estaba escaso de oficiales de alta cualificación. Estas victorias iniciales avivaron la confianza alemana en su propia superioridad, e hizo que los soviéticos se replegaran.

Operación Barbarroja combates

Combates en zonas urbanas

Pero rápidamente ocurrió una recomposición soviética: en primer lugar, los alemanes no tomaron en cuenta las grandes extensiones de terreno que debían cubrir, a través de vías periféricas que se hallaban muy deterioradas. Durante los primeros avances, los alemanes cometieron toda clase de crímenes brutales, incluso contra la población civil, cosa que aprovechó Stalin para galvanizar la opinión pública a su favor. La enorme reserva humana de la Unión Soviética les hacía reponer soldados rápidamente.

La “campaña de dos meses” comenzó a alargarse, cosa que Alemania no previó, por lo que los invasores comenzaron a quedarse sin recursos. Hitler quiso encargarse personalmente desde Berlín de todos los detalles de la operación, introduciendo retrasos en la misma; Stalin tuvo el buen tino de dejar el trabajo de campo a sus generales. Además, la campaña había comenzado tarde, ya que originalmente se había concebido para mayo.

A medida que la campaña se alargaba, la superioridad alemana se fue diluyendo frente a un territorio que no dominaban, en el que no tenían recursos y ante un clima para el que no se habían preparado. El lento avance alemán, acentuado por la estrategia de “tierra arrasada” que practicaron los soviéticos: cada vez que los alemanes tomaban un pueblo, encontraban que los rusos habían destruido todo lo aprovechable antes de abandonarlo. La moral alemana decayó enormemente; y para el 5 de diciembre, sin que el invierno ruso se hubiera manifestado en toda su crudeza, los alemanes debieron retirarse.

Operación Barbarroja crudo invierno

El crudo invierno ruso – Foto: Bundesarchiv

Acontecimientos posteriores

La operación tuvo un altísimo costo en vidas, y dio pie a varios de los escenarios de barbarie más crudos de la Segunda Guerra Mundial. Pero la consecuencia más trascendental estuvo a mostrar a Alemania como un enemigo formidable, pero derrotable, que además rendía mal en escenarios de guerra prolongada.

La Operación Barbarroja demostró además ser un costoso error para Alemania, ya que abrió un nuevo frente de guerra al oriente, sin haber derrotado a Inglaterra. Comenzaría una serie de problemas que terminaron con la eventual derrota de los nazis, irónicamente, con la entrada del Ejército Rojo en Berlín en 1945.



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