¿Por qué se forman los huracanes?
Los huracanes son fenómenos meteorológicos cuya manifestación más evidente son fuertes vientos y lluvias torrenciales. El nombre “huracán” se deriva de la deidad maya de las tormentas, los vientos y el fuego, y se aplica a los sistemas tormentosos que se forman en el Atlántico Norte-Mar Caribe, cuando la velocidad de sus vientos supera los 74 km/h.
Estos fenómenos no sólo ocurren en el Mar Caribe, sino también en el Océano Índico, donde se llaman ciclones, y la orilla oeste del Pacífico donde se conocen como tifones. El nombre genérico para todos estos fenómenos es ciclón tropical.
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Dónde se forman
Los ciclones tropicales se forman dentro de la banda de latitudes entre el Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio, en la llamada Zona Intertropical alrededor del ecuador. Un factor que favorece la formación de huracanes es la humedad de las grandes masas marinas. En tierra no se forman por la poca cantidad de agua, además de que la irregularidad del terreno continental reduce drásticamente la velocidad de los vientos.
Mecanismo de formación
Los huracanes que afectan el Mar Caribe tienen su origen en el Atlántico ecuatorial, cerca de la costa africana. Allí el sol calienta el aire oceánico, y ese aire caliente tiende a subir sobre la atmósfera efectuando un movimiento de tornillo. El desplazamiento de aire hacia arriba deja las zonas de menor altura con menos aire, por lo tanto con menor presión.
Estas zonas bajas reciben aire frío para compensar el “espacio” dejado por el aire caliente que subió. Eventualmente el aire caliente se enfría una vez que se halla arriba, y buscará bajar, y el aire frío que llega a las capas bajas será calentado por el sol, y buscará subir. Esta situación crea un bucle circulante de aire, en un fenómeno conocido como convección. El circulante de aire es percibido como vientos, que pueden ser de diferentes velocidades.
Estos sistemas tienden a formarse tanto al norte como al sur del ecuador. La rotación de la tierra, de oeste a este, provoca dos efectos en las masas de aire: uno, le imprimen la rotación al aire ascendente, lo que da el movimiento de tornillo. Al norte del ecuador, el aire gira en sentido antihorario (huracanes y tifones), mientras que al sur lo hace en sentido horario (ciclones). Dos, le imprimen a las masas de aire un desplazamiento que las hace moverse hacia el oeste sobre la superficie del océano.
Al principio, la masa de convección lleva poca velocidad. El aire que se calienta, y sube, lleva una cierta cantidad de humedad que se condensa y cristaliza en las capas altas de la atmósfera, formando nubes, que posteriormente precipitarán en forma de lluvias, que combinadas con los vientos de alta velocidad, conforman el escenario tormentoso típico de los huracanes. En el centro del ciclón se produce un área de baja presión, y casi sin vientos, que se conoce como ojo del huracán.
¿Por qué se forman los huracanes?
Ahora bien, la razón de por qué se forman los huracanes, es la presencia de una base de aire húmedo y cálido que pueda ascender por convección y sostener el sistema de nubes. Cuando los huracanes tocan tierra, pierden esa fuente de energía y se disuelven con rapidez.
Debido a la necesidad que tienen de aire caliente para tomar energía, un factor clave en su mecanismo de formación es estacional. En el Atlántico norte tienen un ciclo que suele comenzar en junio, y tiene su máximo al final del verano, en septiembre. Pero pueden seguirse produciendo hasta mediados de otoño en noviembre.
Trayectoria
La trayectoria genérica de la depresión que da origen al huracán es de este a oeste. La distribución de las presiones atmosféricas en la zona del Atlántico Norte es tal que permite que las tormentas formadas cerca del ecuador africano se muevan hacia el noroeste, lo que las mantiene sobre la superficie del mar y las alimenta hasta que alcanzan la fuerza de un huracán.
Suelen moverse sobre el Caribe, afectando sobre todo el Archipiélago de las Antillas, en especial Cuba, Puerto Rico, La Española y Jamaica. En la zona continental afectan al Golfo de México, en Yucatán y Belize, los estados de Texas y Florida en los Estados Unidos, e incluso en algunas ocasiones han alcanzado la costa más al norte de ese país, por ejemplo, Nueva York. Muy rara vez se mueven al sur, afectando Nicaragua y Honduras.