Principales características de la Edad Media
El nombre de Edad Media se aplica a un extenso período de la historia de la civilización occidental. Concretamente, esta etapa estuvo circunscrita al territorio europeo. Aunque diversos historiadores manifiestan diferentes datos en cuanto a su duración, y no todos coinciden sobre las mismas características de la Edad Media, la convención usual suele establecer su inicio alrededor del siglo V, con la caída del Imperio Romano de Occidente (una de las mitades en que se fragmentó el Antiguo Imperio Romano), al no poder hacer frente con éxito a las incursiones de los diferentes pueblos del norte de Europa.
Tradicionalmente se ha considerado como una etapa oscura de la historia de la humanidad, caracterizada por un profundo retroceso intelectual, y plagada de supersticiones. Pero una mirada más atenta revela que tuvo su propia dinámica, siendo en realidad una transición del pensamiento antiguo al moderno, tanto en las formas políticas como las económicas; en lo cultural como en lo científico.
No hubo un carácter único que represente a la Edad Media; tanto es así, que suelen distinguirse en ella dos grandes períodos, conocidos como Alta Edad Media, del siglo V al X, y Baja Edad Media, del siglo X al XV. Se considera que el siglo X marcó una frontera por cierta histeria milenarista que se vivió en la Europa medieval a medida que se acercaba el año 1000.
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Principales características de la Edad Media
A continuación esbozaremos las principales características de la Edad Media, especialmente en el plano político, económico, cultural y científico.
Política
La disolución por etapas del Imperio Romano dio paso a la formación de nuevos pueblos, considerados bárbaros e invasores, y de esta manera se fueron consolidando otras culturas, como los merovingios, el Imperio Carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico, que, uno tras otro, se establecieron al noroeste de Europa, en los territorios que hoy ocupan Francia, Alemania y temporalmente, la Península Ibérica.
La porción oriental del disuelto Imperio Romano instaló su capital en la ciudad de Bizancio, que fue refundada con el nombre de Constantinopla. Este remanente del Imperio Romano fue bautizado mucho tiempo después de su caída como Imperio Bizantino. Sirvió de puente, y al mismo tiempo de barrera, entre los europeos y los florecientes reinos musulmanes del Medio Oriente.
El islam, sin embargo, se expandía por el norte de África, y fue capaz de penetrar en Europa por el sur de España a través del Estrecho de Gibraltar. Durante casi 800 años se estableció un dominio que se recuerda con el nombre de Al-Andalus.
Economía
Durante casi toda la Alta Edad Media la economía se sustentaba en la producción agrícola y el pago de tributo, un esquema económico casi calcado del disuelto Imperio Romano. Alrededor del siglo IX, principalmente en la Europa del Norte, las estructuras políticas descentralizadas van dando paso a un modelo económico que se conoció como feudalismo, en el que la producción agrícola era administrada por Señores y Vasallos, en un sistema que dejaba el trabajo sobre los hombros de los siervos.
El feudalismo provocó que se fueran creando grupos de personas que desempeñaban trabajos no agrícolas, para librarse del sistema feudal: artesanos y comerciantes que se instalaban en poblados llamados burgos. Esto fue el germen de los gremios, que fueron adquiriendo gran poder económico, y conformando una clase social que se conoció como burguesía.
Se considera que allí nació el sistema económico llamado mercantilismo, que evolucionó al moderno capitalismo, motor de la economía actual.
Cultura
La cultura medieval, tanto en la Alta como en la Baja Edad Media, se caracterizaba por un marcado contraste entre las manifestaciones patrocinadas y dedicadas a las clases más pudientes, y las que nacían de entre los estratos menos pudientes.
Las manifestaciones culturales dedicadas a las clases altas solían tocar temas religiosos, principalmente. El clero y la realeza solían estar muy vinculados, y con frecuencia eran la misma cosa. Pintura, escultura y música mostraban con frecuencia temas religiosos, y representaciones infernales que solían aprovechar el miedo y la superstición imperante. En cuanto a la arquitectura, las iglesias se construían con más esmero que las viviendas.
Por su parte, la cultura del pueblo se volcaba más hacia lo mundano y jocoso, quizá en un intento de aliviar la opresiva religiosidad a la que obligaban las clases dominantes. Formas culturales que aún se practican hoy, como la celebración del carnaval, derivan de celebraciones medievales establecidas como pausas para luego entregarse a celebraciones religiosas más formales.
Ciencia
Si bien es cierto que las ciencias en la Edad Media sufrieron una considerable desaceleración, hay autores que consideran que la consideración de esta época como una Edad de Tinieblas, no es del todo exacta. Primero hay que considerar que mucho del conocimiento de la Antigüedad era potestad de las clases altas, y que no era accesible a las mayorías. Mucho de eso se perdió con la caída del Imperio Romano. Un evento significativo en ese sentido fue la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, depositaria de gran parte del conocimiento acumulado en siglos de Antigüedad.
Con este escenario, los europeos tuvieron que, prácticamente, redescubrir muchas cosas desde cero. Este fue un proceso lento, y obstaculizado por los apremios cotidianos y las supersticiones imperantes. Ayudó un poco el contacto con los musulmanes y su extraordinaria tradición matemática. Pero es a partir de la Baja Edad Media cuando este proceso de redescubrimiento se acelera poco a poco, se fundan las primeras universidades, y se retoma la filosofía como herramienta para la comprensión del mundo.
Aunque la Peste Negra del siglo XIV provocó algo de estancamiento en la producción intelectual debido a la emergencia que provocó, la tradición intelectual no se extinguió.
Eventos de resonancia científica se consideran como las señales que marcan el fin de la Edad Media, aunque Europa no sabía en aquellos días que estaba inmersa en ella, ni que se estaba acabando: un evento fue la invención de la imprenta y la posterior publicación de la Biblia por parte de Johannes Gutenberg, a mediados del siglo XV, lo que posteriormente facilitaría la fabricación de libros y la difusión del conocimiento. El otro evento fue el viaje de Cristóbal Colón en 1492, que sería el punto de partida para una nueva concepción global de la Tierra.
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